
el sol partido en dos fosforescente
en la noche de juerga en la penumbra
dos horas más y
el aullido se siente a lo lejos
entre el silencio infame de carácter
no se oye nada más que besos sueltos
lápices gastados y grillos
se siente un manjar exquisito en la boca
y la lengua que quema en su herida de sal
las llamas nos queman la cabeza estrecha de pensamientos
de sentido común y de lógica
el cerebro hierve con el fuego y sale a la luz
un fénix glorioso de aliento
entra en nuestros pechos
en la sangre negra
las lágrimas van mojando las mejillas
los cuerpos ya no son puros
ya olimos el aire insano
entre humo y hierba
se despiertan los ojos y todo es oscuro
las manos rojas de delitos
los delitos de ideas erróneas
de fingidas inspiraciones
entre habitaciones lujuriosas
y creencias en un mísero más allá
el poeta sigue muerto en la mesa
y el silencio decae
sentados en el suelo acurrucados
vociferando un mínimo:
¿quién nos salvará?
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